La noche del 6 de enero del 2021 era una noche como
muchas otras…hacía poco que habíamos cenado…Eduardo y yo andábamos distraídos
limpiando todo…Almudena estaba enfrascada en sus cosas, y Caetano, lleno de
energía, corría y saltaba por toda la casa…cuando de repente un sonido
estruendoso nos hizo parar en seco…era el sonido de vidrios rompiéndose en
añicos y cayendo al piso…en una fracción de segundo me dí cuenta de lo que
había pasado…llena de pánico salí corriendo y gritando: “Caetano!!!...Eduardo,
al escuchar mi grito, salió corriendo también…al llegar ambos a la sala, nos
encontramos a Cai parado frente a la puerta de vidrio de la habitación…estaba
inmóvil y asustado…alrededor de él gruesos y puntiagudos pedazos grandes de
vidrio…Cai al correr, se había chocado contra la puerta de vidrio, y la había hecho
añicos…al ver los vidrios en punta, lo primero que hice fue revisar a
Caetano…ver si se había hecho daño…su mano izquierda sangraba bastante…se había
hecho un corte muy profundo…la sangre seguía saliendo…así que nos pusimos las
mascarillas, y a toda prisa salimos corriendo a emergencias de una clínica
cercana a casa…
Eran alrededor de las 10 pm…sólo faltaba una hora para
que empezara el toque de queda, y allí estábamos Eduardo, Cai y yo, parados en
la calle frente a la puerta de emergencia de la clínica, esperando a que nos
dejaran entrar…mi mamá esperaba en el auto…nos había llevado hasta allá…después
de un largo rato esperando allí afuera dejaron pasar a Caetano…pero sólo podía
entrar un padre con él…así que decidimos que entrara acompañado de Eduardo, por
si era necesario sujetarlo fuerte cuando le pusieran los puntos en la mano…los ví entrar, y me quedé esperando afuera…me sentía muy nerviosa… empezaba
la segunda ola del Covid 19 aquí en Lima y los casos estaban aumentando
rápidamente…todavía no había vacunas en el país, y la gente hacía larguísimas
colas para conseguir oxígeno…estar con Caetano en la sala de emergencias de una
clínica en ese contexto no era para nada el mejor de los escenarios…yo me
sentía muy nerviosa, miraba a la gente que esperaba sentada adentro…miraba a
las personas que había en la calle…me preguntaba si estarían allí por covid, me
daba miedo que Caetano y Eduardo se pudieran contagiar estando allí dentro…para
controlar los nervios me puse a caminar, de un extremo a otro de la larga
cuadra…tratando de tomar distancia de las personas que, como yo, esperaban por
sus familiares en la calle…mientras caminaba me repetía una y otra vez “todo va
a estar bien”…luego de un largo rato el hombre que cuidaba la entrada se apiadó
de mí y me dejó pasar…Caetano y Eduardo habían entrado a donde se encontraban
las camillas…tenía que esperar a que salieran…mientras esperaba, entró a la
clínica una mujer joven…que parecía algo desorientada…tenía la mascarilla mal
puesta…una enfermera le preguntaba si había tenido contacto con alguna persona
enferma de covid últimamente…me alejé a toda prisa…y llamé por el celular a
Eduardo para avisarle lo que pasaba en la recepción…tenía miedo por
Caetano…luego de un rato que se me hizo eterno, decidí ignorar el protocolo y
entré al área de las camillas…allí estaban Cai y Eduardo…Caetano estaba
consciente, pero algo dopado…como puso resistencia, le habían tenido que
inyectar un sedante (en base a Ketamina) para poder ponerle los puntos en la
mano…cuando me vió entrar, se me quedó mirando con ojos vidriosos…estoy segura
que me necesitaba allí…lo primero que ví es que no tenía la mascarilla
puesta…quisimos ponérsela, pero no se dejaba…así que no insistimos…llegó el
doctor…todo había salido bien, pero había un pequeño problema…no le habían
podido poner la inmunoglobulina antitetánica, porque en ese momento la clínica
no contaba con ella…le pregunté al doctor si era fácil de conseguir, y me dijo
muy tranquilo que sí…así que regresamos a casa a descansar…al día siguiente
conseguiríamos el suero y se lo inyectarían a Cai…
A la mañana siguiente despertamos más
tranquilos…empecé a buscar el suero que necesitaba Cai…estaba segura que sería
todo muy sencillo, pero me equivoqué rotundamente…para el mediodía había
llamado a cuanto laboratorio, farmacia y clínica había en Lima, y no encontraba
por ningún lado la inmunoglobulina…también había compartido mi búsqueda en
redes…una amiga en Facebook me avisó de una farmacia que podría tenerla…llamé
inmediatamente…les quedaba una ampolla en stock!!! Así que corrimos a
comprarla, desde San Isidro hasta La Molina, y fue así como conseguimos el
suero para Cai…
Ya como a las 2 de la tarde estábamos de regreso en
San Isidro…nos faltaba ponerle a Caetano la inmunoglobulina y el refuerzo de la
vacuna antitetánica…así que fuimos a un laboratorio para hacerlo…al llegar,
vimos una cola de una cuadra aproximadamente…eran personas que esperaban para
hacerse la prueba de descarte de covid 19…ver la cola me puso nerviosa…pero
felizmente como veníamos por otra razón pudimos entrar inmediatamente…lo
difícil fue lograr que Caetano se dejara poner las vacunas…le tiene pánico a
las inyecciones y agujas…éramos Eduardo y yo intentando contener a un chico
casi de nuestro tamaño…pero después de un rato, de pronto como por milagro Cai
dejó de ofrecer resistencia y se dejó inyectar…respiramos aliviados…
Al salir del laboratorio, mientras caminábamos hacia
la casa, volteé de nuevo a ver la cola de gente que esperaba el hisopado…le
dije a Eduardo: “mira”…Eduardo volteó también a verlos…no tuve que decir más…él
podía leer el miedo en mis ojos…miedo al contagio…miedo a terminar teniendo que
buscar desesperadamente oxígeno para uno de nosotros, o de que alguno de
nosotros pudiera terminar entubado en un hospital, si es que lograbas conseguir
una cama…mi mente llena de angustiantes escenas vistas en los medios y en las
redes desde que comenzó la horrible pandemia…Eduardo paró en seco, y se acercó
a mí y a Cai, nos abrazamos…mientras estábamos así abrazados me miró a los ojos
y me dijo: “tranquila…somos una familia…estamos juntos…nada nos va a pasar”…
Sonreímos…miramos a Caetano que estaba tranquilo, mirando
con curiosidad la calle, y seguimos caminando rumbo a la casa…En mi mente y en
mi corazón sonaron de nuevo las palabras que una y otra vez me había repetido a
mi misma mientras esperaba fuera de la clínica la noche anterior:
“TODO VA A ESTAR BIEN”…
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