domingo, 25 de febrero de 2024

HAZ DE MÍ UN INSTRUMENTO DE TU PAZ...

 


Han sido días muy difíciles en casa, con Cai...sus obsesiones están muy fuertes...su conducta desafiante...muy jodido todo...y hay que hacer acopio de todo el autocontrol que una tiene, de toda la paciencia del mundo para no estallar...para no colapsar...

Pensaba en todo esto, cuando se me vino a la mente el hermano Juan Sheehan...un hermano muy viejito, colorado, que apenas hablaba el español...llegó a mi colegio para dar clases de religión...y desde el día uno fue víctima de burlas y de bullying por parte de los chicos de mi salón; le hacían imposible la vida...le faltaban el respeto; incluso contaban que un chico le había pegado en otro salón...el hermano Sheehan a veces se ponía rojo de la cólera...pero nunca estalló...nunca dijo nada...parado en frente del aula, se aferraba con fuerza a su biblia, y aguantaba estóicamente el ataque de las hienas implacables; nunca se quejó...nunca alzó la voz...y cada mañana, antes de empezar el suplicio diario frente a ese grupo de salvajes, el hermano empezaba su clase con la oración de San Francisco de Asís...

El hermano no duró mucho en el colegio...me imagino que no pudo más...no lo volví a ver, pero su mensaje y enseñanzas quedaron conmigo...hoy que siento que estoy al límite con Cai, me acuerdo de él, y su ejemplo me da fuerzas para resistir, para persistir; la tormenta va a pasar...yo voy a poder con esto...voy a encontrar la paciencia y la tranquilidad necesarias...soy agnóstica, pero cada noche repito la oración que el hermano Sheehan nos enseñó: "Señor...haz de mí un instrumento de tu paz..."

miércoles, 31 de enero de 2024

A PESAR DE TODO, LA NOCHE ERA HERMOSA...

 

Ya habíamos salido de emergencias...atrás quedaban los nervios, la agitación de esa noche...solté un suspiro de alivio...era ya de madrugada...no pasaban taxis en la calle solitaria...Cai quería caminar...con un poco de temor porque hacía rato había convulsionado, decidimos regresar a casa caminando...de cuando en cuando miraba a Cai, con ojos preocupados y vigilantes; ajeno a mis preocupaciones, Cai caminaba tranquilo, feliz...nadie podría decir que hace unas horas había estado convulsionado en el piso del baño...me relajé, miré alrededor...la calle estaba oscura y silenciosa, nos acariciaba una agradable brisa fresca, no había gente...sólo nosotros tres...Cai y Eduardo caminaban de la mano...yo tomé también la mano de Eduardo...la así fuertemente, firmemente, buscando seguridad...

Me tranquilicé...respiré despacio y me entregué de lleno a la belleza del instante...a pesar de todo lo vivido esa noche, allí estábamos los tres...a pesar de todo, la noche era hermosa...la vida nos regalaba ese instante pleno de paz...Seguimos caminando tomados de la mano...sin prisa...sin sentir el tiempo...sin apuro...yo mirando la hermosa luna...brillando más que nunca...iluminando nuestro abatido espíritu...calmando nuestro desasosiego...me dejé llevar...todo iba a estar bien...

(Escrito el 15/01/2024)