sábado, 23 de julio de 2011

LOS PASOS


Hace mucho tiempo, pasé por una época algo difícil; tenía muchos problemas en casa, mucho dolor adentro…y encontré refugio en el alcohol y la juerga…podía estar tranquila durante la semana, pero llegaba el sábado e invariablemente tenía que salir a tomar hasta olvidar literalmente…la verdad es que me sentía perdida, sin caminos de salida, sin ver una luz, sin esperanzas…llegué a pensar que yo tenía problemas con la bebida…que no había control en mí…pero ahora a posteriori me doy cuenta que el problema no era una adicción al alcohol, sino los tremendos conflictos familiares por los que atravesaba en ese momento, unido a una depresión producto de los mismos…

Por esos días estaba convencida que tenía que encontrar una forma de control interno…y es así que llegué a las puertas de Alcohólicos Anónimos…me uní al grupo, y comencé a ir a las reuniones…allí escuché noche a noche los doce pasos y las doce tradiciones…empecé a leer literatura sobre el tema, hice buenos amigos y con ellos me reuní muchas veces a discutir estos libros…pero había algo que al parecer no me dejaba avanzar…eran EL PASO NUMERO DOS Y EL NUMERO TRES…que literalmente decían:

PASO 2: “Llegamos a creer que un Poder Superior a nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio”.

PASO 3: “Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, como nosotros lo concebimos”.

El problema era mi agnosticismo… …no creía en un poder superior en el cual refugiarme y apoyarme… muchas veces me sentí muy sola por esta razón…me sentía como una equilibrista sobre una cuerda floja, sin red abajo…así que después de un tiempo de asistir a las charlas de AA llegué a la conclusión de que si no había ese Poder Superior entonces yo sola tenía que salir del hoyo…un día en una de las reuniones tomé la palabra y dije que en resumidas cuentas el origen de mi problema era mi madre y nuestra desastrosa relación…a partir de ese día me sentí aliviada…las cosas mejoraron para mí, pude tomar fuerzas y conseguir un trabajo, y dejé de salir de noche y de tomar tanto…eventualmente dejé de asistir a las reuniones, y me dije a mi misma que yo no era alcohólica, y que mis problemas personales yo los podía resolver sola, sin necesidad de refugiarme en mi querido grupo de AA…poco después llegó mi segunda hija Almudena, y entonces definitivamente me di cuenta de lo lejos que estaba de aquella época tan gris en mi vida…Pasó el tiempo y me llegué a olvidar de todo lo que escuché y viví durante mi época de AA…o por lo menos eso creía…

Cuando empezaron los síntomas de Caetano, y tuve que hacerle frente a la realidad de su trastorno aquello fue un choque muy duro para mí…desde esos primeros días hasta ahora muchas veces he tenido momentos de desesperanza y tristes…y definitivamente ha habido noches en que literalmente no dormía pensando en cómo sacar a mi hijo adelante, pensando en cómo sería el futuro para él, llorando…a veces no me podía controlar y soltaba el llanto delante de mis amigas…una de ellas un día me dijo que tenía que aceptar a Dios…que yo no me daba cuenta pero que él estaba allí, que nada era casualidad en mi vida y que El estaba obrando, que me acercara a él…yo la escuchaba con muchas ganas de poder en verdad hacerle caso y refugiarme en Dios, sonreía y le preguntaba a mi amiga “tú crees en verdad eso?”…pero en el fondo seguía repitiéndome a mi misma: “estás sola…tú sola eres quien debe hacer que las cosas sucedan”…y así seguí en mi lucha solitaria…Una noche llegué a sentirme muy mal…Caetano se había despertado en la madrugada y luego de luchar por tres larguísimas y arduas horas para que se durmiera, por fin había caído rendido…no pude más…me quebré…las lágrimas salían, y en ese momento sentí que ya no podía más con todo…después de muchísimos años junté las manos y recé…mientras lo hacía no podía evitar pensar que eran palabras tiradas al viento…pero en ese momento quería tanto creer que había alguien escuchándome…le dije a ese Dios en el que no creía “AYUDAME”…y así estuve repitiendo esa palabra hasta que me venció el sueño y me dormí…en algún momento durante el sueño, empecé a escuchar unas palabras que se repetían una y otra vez y me desperté con esas palabras resonando en mi mente:

“Señor, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que puedo y sabiduría para reconocer la diferencia”…

Todavía medio adormilada me puse a pensar en esas palabras y en donde las había escuchado antes…y entonces recordé…era la Oración de la Serenidad que rezábamos al final de las reuniones de AA…me quedé pasmada…había olvidado esta oración por completo…durante el resto del día estuve repitiendo esas palabras muchas veces…y llegué a sentir paz y tranquilidad…

Desde aquella noche, ahora rezo todas las noches…mientras contemplo como duermen mis hijos…y cuando siento que ya no puedo más digo la Oración de la Serenidad…todavía sigo siendo agnóstica, pero reconozco que necesito desesperadamente algo a qué aferrarme…necesito apoyarme en un Poder Superior pues yo ya no puedo más sola…y después de tantos años finalmente entiendo el sentido, el significado y la importancia de LOS PASOS DOS Y TRES y de tantas cosas que escuché en AA…tuvo que venir Caetano para conmocionar mi mundo y hacer que esta orgullosa y obstinada agnóstica depusiera las armas…no puedo dejar de pensar en que si en verdad existe un Dios, entonces debe estar sonriendo viendo cómo esta humilde mortal es tan terca…la vida es muy curiosa…

© 2011 Verónica Esparza Paz. Todos los derechos reservados.