domingo, 2 de octubre de 2011

DIA DE CAMPO



Hace unos meses nos fuimos de día de campo a un club campestre...ha pasado algún tiempo, pero no quiero dejar de relatarles lo que pasó allí…Particularmente los paseos al campo me resultan muy tediosos…se puede decir que soy una mujer totalmente de ciudad…lo que más quiero cuando estoy en el campo es estar de regreso en la ciudad, irme a un café con mi computadora…sobretodo porque un paseo de este tipo con Almu y Cai puede ser agotador…usualmente llego a casa rendida del cansancio…y con los nervios de punta…

El paseo no comenzó bien…definitivamente yo estaba de un mal humor horrible, renegando por no poder quedarme en casa ese domingo…así me subí al carro de la hermana de Eduardo junto con el resto de la familia…estábamos a medio camino…tomamos la carretera nueva en vez de tomar la antigua…y de repente nos vimos en medio de un atolladero de carros…nadie avanzaba…atascados en la carretera…había salido el sol, y al estar allí atorados, el interior del carro empezaba a calentarse demasiado…de pronto empecé a sentirme angustiada, claustrofóbica...Almudena estaba tranquila, Eduardo también, y Cai felizmente se había quedado dormido…pero yo ya no aguantaba más…pasaron unos treinta larguísimos minutos antes de que pudiéramos reanudar el viaje…

Por supuesto que para cuando llegamos al club…esto fue alrededor de la 1 pm…mi migraña y mi mal humor habían adquirido proporciones nada saludables…ni recomendables…

Aparte de este inconveniente inicial…yo era un manojo de nervios…es que normalmente cuando estoy en casa tengo la situación muy controlada con Cai…es un sitio chiquito, y puedo ver lo que hace Cai en todo momento…sé que no se puede escapar…pero el campo es un lugar grande y abierto…y me da mucho miedo…no sé si será un miedo lógico o no…pero tengo que andar con mis cinco sentidos alerta con respecto a Caetano…seguirlo en todo momento, pues tengo miedo que en un descuido se me pueda perder…

Desde que llegamos el gordo se echó a correr…me imagino que para él el campo debe ser lo máximo…esa sensación de libertad…pero para mí fue agotador pues tuve que correr detrás de él…ya para la hora del almuerzo yo me había calmado…es que veía a mis hijos tan contentos…sobretodo Caetano…quería explorar todo…los ojitos bien abiertos y brillantes…eso me puso de mejor humor…Cai se atiborró de papas fritas en el almuerzo…creo que se comió la bolsa entera…

Me gustó mucho ver que Cai había avanzado mucho en su relación con los juegos infantiles…cuando era pequeñito y lo llevábamos a un playground no le prestaba atención a los juegos…de repente veía un carrito de esos donde se mecen los niños pequeños, y en vez de querer subirse y sentarse en él, lo que hacía era ponerse a babear las ruedas del mismo…o quedarse mirándolas fascinado…no le importaba si de repente había algún niño dentro del carrito, renegando porque Cai estaba allí al costado y no lo dejaba jugar en paz…o a veces me jalaba de la mano y me llevaba lejos del playground, para ver algún cartel colorido que había divisado y que definitivamente le resultaba muchísimo más atractivo que los juegos y los niños que habían allí…

Pues esa tarde en el campo me gustó tanto verlo correr hacia los toboganes…le encantan…pero quiere treparse al revés…de abajo hacia arriba…evita trepar las escaleras…allí durante el paseo me llevaba una y otra vez al tobogán para niños pequeños…se ponía a mirar por las rendijas del juego…feliz…pero cuando lo llevé a un tobogán para niños más grandecitos no quiso trepar por las escaleras…no sé si le era difícil treparlas por lo del bajo tono muscular…o si de repente era miedo…o las dos cosas…pero al final tuve que trepar yo con él…atrás de él…y deslizarme con él por el tobogán…eso me hizo recordar que hay todavía mucho por trabajar con Cai…

Ya la tarde estaba bien avanzada, cuando sucedió algo que me molestó mucho…mi suegra y yo llevamos a Cai a la piscina de pelotas…a Cai le encanta la piscina de pelotas que hay en su terapia de las mañanas…se mete y no quiere salir de allí…así que decidimos meterlo allí y ver qué pasaba…era un espacio grande…quizás demasiado para Cai…lo pusimos dentro y desde afuera le gritábamos animándolo a que jugara con las pelotas, con las esperanza que jugara además con algún niño…pero Cai comenzó a hundir su cuerpo entre las pelotas…y se quedó allí echado…lo único que se veía de él era su carita…con la mirada ensimismada…ni sus brazos ni sus piernas se movían…mientras tanto iban llegando más y más niños a jugar allí…Cai se había puesto a la entrada del juego, así que con mucha preocupación empecé a ver cómo los niños saltaban por encima de Caetano para entrar a la cama de pelotas…me dio miedo de que algún niño pudierse caerse encima de él, golpearlo, hacerle algún daño…así que lo mejor era que saliera de allí…pero Cai no iba a salir solo…había que sacarlo…así que me preparé para hacerlo…me estaba quitando los zapatos y estaba a punto de entrar, cuando la chica que cuidaba el juego, me dijo: “Señora…los adultos no pueden entrar”…entonces, yo le respondí: “mi hijo no puede salir…tengo que entrar”…no quería dar muchas explicaciones…entraban más y más niños y yo sólo quería entrar y sacar a Cai de una buena vez…seguí sacándome los zapatos…y ella me volvió a decir que no podía entrar…me colmó la poca paciencia que tenía en ese momento y alzando la voz para que me escuchara clarito le dije: “Mi hijo tiene Autismo…sabes lo que es el Autismo?...no puedo sacar a mi hijo de allí…así que YO VOY A ENTRAR”…supongo que ella hacía su labor al impedirme que entrara al juego, pero me reventó tener que darle explicaciones sobre el trastorno de Cai para poder sacarlo de allí…no me gusta que la gente lo empiece a mirar como si fuera un bicho raro…y para ese momento ya varias personas se habían dado cuenta de lo que pasaba…dichas estas palabras, la mujer dejó de ponerme trabas para entrar…no dijo nada más en ese momento…me imagino que no tenía mucha idea de lo que es el autismo…pero percibió mi preocupación…y cambió su actitud…Cuando entré, sentí que mis pies resbalaban y se hundían en ese pantano de pelotas…nunca había entrado a esos juegos…intenté sacar a Cai de un tirón…pero él no quería salir, y hacía resistencia…estaba feliz allí…así que tuve que pasar un tiempo junto a él…jugando con él, hablándole, tratando de enseñarle a tirar las pelotas…y como el gordo ni se movía…finalmente lo tuve que cargar con todas las fuerzas que puede tener mi cuerpo de 40 kilos…Cai pesa unos 17 kilos, así que no fue fácil…al salir, la cuidadora se ofreció para ayudarme…

Decidí no hacerme mala sangre por el episodio de las pelotas y pasar la página…ya al final del día llevamos a Almu y a Cai a los columpios…y mientras los niños se columpiaban, yo no pude evitar sentarme a verlos…estaban tan contentos, tan libres balancéandose por los aires…y Cai…su carita resplandecía…sus ojos estaban abiertos de par en par…su pelo se movía con el viento…primera vez que lo veía disfrutar un columpio…esa sola imagen que tengo clavada en mi corazón y en mi retina hizo que todo el asunto del paseo valiera la pena…

Cuando finalmente emprendimos el viaje de regreso a casa…el trayecto no estuvo libre de inconvenientes…Almu se quedó dormida…y yo veía que Cai estaba muy tranquilo con sus ojitos caídos…pensaba que también tenía sueño y que estaba a punto de dormir…pero aún teniendo tanta experiencia en las señales que me estaba dando Cai, las malinterpreté…no era sueño…en un momento dado y de improviso…Cai se puso a vomitar…toda la bolsa de papitas fritas que se había comido con tantas ganas en el almuerzo terminó sobre la ropa de Caetano y la mía…tuvimos que parar el carro en la carretera para atender a Cai y limpiarnos…así terminó el paseo…con el pobre Cai indigestado y enfermo de tanto comer…

Y sin embargo…a pesar de lo accidentado…a pesar del atolladero del tráfico, el incidente de las pelotas y el vómito de Cai en la carretera...LO QUE IMPORTA ES QUE ALMU Y CAI FUERON TAN FELICES!!!...

Y pude contemplarlos sonreir…fue un hermoso día después de todo!!!

© 2011 Verónica Esparza Paz. Todos los derechos reservados.

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