Comenzó de a pocos…los cambios fueron al principio muy sutiles en Caetano…Era fines
del 2013, y Cai había comenzado en un nuevo centro para niños con autismo…paralelamente
a este hecho, su comportamiento empezó a cambiar…como él no hablaba
absolutamente nada, era imposible saber si el cambio se debía a algo que había
visto en ese centro, o tal vez algo que le había pasado allí…el hecho es que su
conducta empezó a cambiar…
Le habíamos quitado los pañales…todavía no
controlaba esfínteres…pero estaba en proceso…y suponíamos que en el centro
estaban apoyándonos en nuestros esfuerzos…pero empezaron a suceder cosas
extrañas…lo primero fue ver que la limonada de su lonchera regresaba intacta a
casa…no le daban nada de beber en el centro…y estábamos en pleno verano…por
otro lado, un día Cai regresó con un pañal puesto…supuestamente no debían
ponerle pañal allí, pues lo estaba dejando…pero le habían puesto uno, y al
parecer se habían olvidado de quitárselo, pues el pañal estaba cargadísimo de
orina…
Empecé a sentir una creciente desconfianza hacia
todo lo que estaba pasando…
Después comenzaron los llantos…cada vez que Cai
tenía un accidente con la pila o caca en casa corría a un rincón del cuarto,
empezaba a jalarse las orejas, y rompía a llorar desconsolado…
Siguiendo mis instintos, decidí sacar a Cai del
centro, y así lo hicimos Eduardo y yo…
Pero los cambios en la conducta de Cai siguieron…sin
saberlo estábamos a punto de atravesar una de las etapas más difíciles en
cuanto a la crianza de Cai…
Caetano empezó a tener rabietas…eran fuertes y
prolongadas…no había forma de calmarlo…y comenzó a mostrar agresividad…te
mordía muy fuerte…te jalaba los pelos…te golpeaba y pateaba…y durante esas
crisis su fuerza se duplicaba…
En casa, ni su papá ni yo sabíamos qué hacer…al
principio tratábamos de ignorarlo…de tomar distancia…no estar en su radio de
acción hasta que se calmara…pero era inútil…Cai iba corriendo a donde quiera
que estuviéramos y nos agarraba fuerte, nos pellizcaba, nos mordía…esto podía repetirse
muchas veces durante el día…mis brazos estaban llenos de heridas por las
mordidas…en pleno verano tenía que llevar manga larga para cubrirme…era
desesperante…
Los ataques de ira de Cai iban creciendo en
frecuencia e intensidad…podían suceder en cualquier momento y lugar…recuerdo
una vez que estábamos regresando a casa en el bus…el vehículo iba abarrotado de
gente…la radio y el ruido de las personas y de los músicos que subían al bus a
pedir dinero hacían una bulla intensa…y Cai se iba impacientando…primero me
mordió en la mano…luego se confundió y mordió la mano de un señor creyendo que
era la mía…yo ya sabía que se estaba iniciando una crisis..bajamos del bus lo
más rápido que pude y nos subimos a un taxi…allí estalló todo…Cai se me lanzó
encima…esquivé una mordida que iba directamente a mi nariz…al agachar mi
cabeza, Cai se prendió con los dientes de mi pelo…mientras esto pasaba el
conductor me preguntaba qué le pasaba al niño…no podía contestarle porque cada
vez que lo intentaba Cai me volvía a coger del pelo…finalmente atiné a decir:
“Es un niño con autismo…ahorita está teniendo una crisis…no se preocupe señor”…
Al llegar a casa y bajar del taxi…la cosa se puso
peor…Cai me agredía con más intensidad…yo sólo atinaba a agarrarlo y tratar de
mantenerlo lejos de mí…una señora que estaba estacionando su carro junto a
nosotros en ese momento bajó la luna de su carro y comenzó a gritarme:
“Desgraciadaaa..deja de pegarle al niñooo!!!”…en medio de toda la confusión,
sentí una cólera tan grande hacia esa señora…con qué derecho me gritaba esas
cosas…qué sabía ella de mi o de lo que estaba pasando…qué ganas de ir a donde
estaba y decirle que se callara y que se fuera a meter en sus asuntos…
Un policía que estaba por allí vino hacia
nosotros…cuando le expliqué entre palabras entrecortadas y desesperadas lo que
estaba pasando…agarró por los brazos a Cai, separándolo de mí…y le dijo a la
señora: “es al revés…la señora está siendo atacada!!!”
No había un libro o manual que nos dijera qué
hacer…teníamos que improvisar soluciones sobre la marcha…en el momento…confiar
en nuestros instintos…estábamos en territorio desconocido…completamente
desconcertados y asustados…
Con el tiempo llegué a comprender que esos ataques
se producían cuando Cai se sentía frustrado por alguna situación…no sabía
manejar su frustración ni su enojo…entonces entraba en crisis…
Probamos muchas estrategias en casa para lidiar con
el problema…la primera, ignorar a Cai hasta que se le pasara la ira, no
funcionó…Cai te perseguía por toda la casa para agredirte…tampoco funcionaba
redirigirlo hacia alguna actividad…si tratabas de abrazarlo y calmarlo en el
momento tampoco resultaba…Cai se ponía peor…su ira crecía…Era importante
primero entender en qué circunstancias había comenzado la crisis…si era durante
el trabajo que hacíamos en mesa, era porque Cai no quería realizar determinada
actividad…entonces yo intentaba ignorarlo y terminar con lo que estuviéramos
haciendo…muchas veces en medio de mordidas, jalones de pelo y patadas…porque si
dejábamos la actividad a medio terminar eso equivalía a premiarlo por la
pataleta y entonces cada vez que quisiera escaparse del trabajo en mesa iba a
hacer una crisis…eso no se podía permitir…
Pero cuando sucedía fuera de la mesa de trabajo
optamos por probar con sentarlo en una silla en un rincón de la casa…hasta que
se calmara…podía demorar mucho en calmarse…cuando pasaba el pico de la crisis
ya podíamos sacarlo de allí y hablarle…si había estado haciendo alguna
actividad antes de la crisis, y la pataleta había sido por no querer hacer lo
que se le indicaba, entonces había que retomar la actividad y terminarla…
Cuando la crisis se daba en plena calle era más
complicado…no había rincones ni sillas…así que tenía que sentarlo donde
pudiera…las escaleras de algún edificio…alguna banca disponible…y esperar a que
pasara la crisis…a veces tuve que aplicar la contención…sostenerlo fuerte por
detrás hasta que se calmara poco a poco…la gente se ponía a mirar o quería
meterse…te miraban…era horrible…pero aprendí a ignorar todo lo externo y a
enfocarme en Caetano en esos momentos…
A veces todo empezaba a la hora de ir a
dormir…podían dar las dos de la madrugada…y la crisis seguía…eran noches
largas, tristes, interminables…
Lo principal era no perder la calma…no era nada
fácil…te daban unas ganas de estampar a Cai contra la pared…hacerle lo mismo
que te hacía a ti…me desesperaba…sentía que iba a perder el control en
cualquier momento…entonces tenía que imaginar que no era mi hijo…sino un niño
al cual estaba cuidando…tratar de verlo todo como si estuviese sucediendo en
una película…imaginar que no era yo la que estaba allí con
él…desdoblarme…salirme de mi…con todo lo agnóstica que soy a veces terminaba
rezando una y otra vez el Padrenuestro…como si fuera una letanía…un mantra…para
no salirme de control…yo no le iba a pegar a mi hijo…yo no podía permitirme ese
comportamiento básico e irracional…no podía descender a ese nivel…
Mi esposo me decía que había que medicarlo…pero yo
nunca lo he visto como una opción viable…no lo iba a hacer…yo le decía que Cai
iba a entender poco a poco que no podía agredir a las personas cuando se sentía
enojado…que conforme creciera y comprendiera más iba a mejorar todo…Cada vez
que comenzaba la crisis yo le decía a Cai: “estás enojado…pero no puedes
pegarme”…con el paso del tiempo Cai empezó a entender…las crisis comenzaron a
ser más espaciadas…sus terapias ayudaron mucho…él comenzaba a hablar y a entender
un poco más…a comunicarse mejor…y dejó de sentirse tan enojado y frustrado…mis
brazos empezaron a sanar…las huellas de las mordidas se fueron desvaneciendo…
Todavía Caetano siente ira y frustración muchas
veces…pero ya no te ataca…a veces te agarra los brazos y te sacude…pero le
dices que se tranquilice..que entiendes su enojo pero que no puede hacerte
eso…y se calma…la ira no sigue creciendo…sigue siendo un niño hiperactivo…pero
ya no tiene crisis agresivas…
Claro que queda el recuerdo…veo las marcas que
quedaron en mis brazos y se me escarapela el cuerpo…fueron momentos muy duros y
difíciles…a veces me da miedo que regresen las crisis…pero estoy segura que
Caetano seguirá madurando y aprendiendo…y que eso ayudará a que entienda que
debe comunicar su enojo…sin agredir a los demás…y confío en que esa ira poco a
poco se irá disolviendo hasta convertirse en un recuerdo muy lejano…todo esto
con amor, paciencia, trabajo arduo, y con mucha fé…
Vero, gracias por compartir todo esto. Mi admiración hacia ustedes por su labor ardua. ¡Fuerza y aprendizaje en este largo caminar!
ResponderEliminarGracias Javier...tus palabras son hermosas y me dan mucha fuerza...un beso inmenso con muchísimo cariño para ti, Carito y los chicos!!!
EliminarWow, totalmente sorprendida. Pensaba que yo era la única que tenía problemas al asumir la crianza de dos hijos: uno adolescente y otra en pubertad, con su revolución hormonal y aires de independencia. Gracias por compartir su historia, porque nos hace entender que solo el amor de padres, nos da esa fuerza para sacar adelante a nuestros hijos, no importando que obstáculo se pueda atravezar en el camino. Dios los bendiga grandemente y los sustente con su paz, fortaleza, consuelo y amor.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus hermosas palabras...es cierto...sólo se puede atravesar todos los obstáculos que la vida nos impone con amor...con paciencia...con fé...un abrazo muy grande con mucho cariño para ti y tu familia de parte mía y de Caetano...
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