Sucedió el 12 de julio del 2023…era un miércoles en la
noche…hacía cinco días que un virus había entrado a la casa…primero había caído
Caetano, luego los demás…por los síntomas, pensábamos que podía ser Covid…creíamos
haber pasado lo peor…pero no nos imaginábamos lo que iba a suceder esa noche…
Todo estaba tranquilo…Eduardo había salido a pasear a
Asimov, Caetano estaba viendo videos en la computadora, echado en mi cama…fui
al baño a cepillarme los dientes…de pronto escuché ruidos…normalmente Cai hacía
ruidos mientras veía la computadora, a veces era él rebotando en la cama, o
golpeando la mesa de la computadora…se alteraba un poco con los videos…me
acerqué para llamarle la atención y que se calmara un poco…la habitación estaba
en penumbra, sólo alumbraba la luz del aparato…entonces vi a Caetano…su cuerpo
estaba rígido y temblaba sin control sobre mi cama…sus ojos en blanco,
lívido…me dí cuenta que estaba convulsionando…en una fracción de segundo pensé
que podía ser un ACV…le grité a Almudena “Cai convulsiona…llama a
papá!!!”…sentí que se iba a morir…empecé a pedir ayuda a gritos…no sabía qué
hacer…Cai no respondía…instintivamente cogí a Cai y lo abracé…estaba
desesperada…
Cuando llegó Eduardo, echó a Cai en la cama…respiraba
y tenía pulso…estaba recobrando el sentido…decidí llamar a su pediatra, a pesar
de ser medianoche…afuera del departamento, mi hermano, mi hija mayor, mi madre
y el vecino tocaban la puerta…yo trataba de conservar la tranquilidad, trataba
de entender lo que me decía el pediatra…abrí la puerta…todo era un caos…alguien
había llamado a la ambulancia…cuando entraron, estaban sin mascarilla…tuve que
exigirles que se pusieran una…y hasta darles yo algunas, pues no tenían una a
mano…
Levantamos a Cai de la cama, mientras hacíamos esto,
Cai se hizo la pila y tuvimos que cambiarle la ropa…finalmente salimos en la
ambulancia rumbo a la emergencia de la clínica…
Cuando entramos a la emergencia, ésta estaba llena de
gente, adultos, niños, gente tosiendo…pasamos con Cai al área de las camillas…a
pesar de estar todo lleno de gente enferma, los médicos y enfermeras de turno
atendían a todos sin mascarilla alguna…nos pusieron al lado de un hombre que
tenía una tos horrible…vino a atendernos un doctor joven, le pedí que se
pusiera una mascarilla…me dijo que no me preocupara, que ya casi no había casos
de covid…y que no pasaba nada porque mi hijo estaba vacunado…tuve que desmentir
al doctor, le dije que habían todavía muchos casos de covid, y que las vacunas
no impedían el contagio, o las secuelas…y que además del covid ahora habían
muchos casos de VSR (virus sincitial respiratorio), también Influenza…le dije
que mi hijo era vulnerable, pues había convulsionado por un virus, y le pedí
por favor que todas las personas que lo atendiesen se pusieran mascarillas…hicieron
caso de nuestros requerimientos…lo mismo sucedió cuando subimos a hacerle la
tomografía a Cai…nos abrió la puerta un doctor sin mascarilla…le pedimos que se
pusiera una y recién allí sacó una que tenía guardada…luego de la tomografía y
de unas muestras de sangre que le sacaron a Caetano, regresamos a casa, ya de
madrugada…no dormí casi nada…tenía miedo que Caetano volviese a convulsionar y
yo no lo escuchase…y tenía muchas preguntas en mi mente…podría ser covid el
virus con el que nos habíamos contagiado todos en casa? Uno de los primeros
síntomas tanto de Cai como míos había sido la pérdida del olfato…un síntoma
característico de covid…Podrían además las convulsiones de Cai ser una
consecuencia directa de un contagio por covid? Ya era de madrugada cuando
escribí esa última pregunta en las redes…y obtuve respuesta…una amiga que
conocía a Cai desde pequeño me corroboró mis sospechas…el covid podía causar
convulsiones entre otras secuelas…empecé a esa hora a indagar al respecto, y
encontré miles de papers médicos y científicos corroborando mi sospecha…
Al día siguiente teníamos que levantarnos temprano
para ir a la cita con un neurólogo que además era un pariente cercano…había
otro neurólogo disponible en el turno de la mañana de la clínica donde llevamos
a Caetano la noche anterior, el doctor de emergencias nos había programado una
cita con él, pero decidimos mejor llevarlo a donde este neurólogo que nos daba
seguridad porque era pariente…
Llegamos antes y tuvimos que esperar…el neurólogo demoraba…finalmente
llegó…con cara seria, y con un gesto escueto nos indicó que lo
siguiéramos…entramos al consultorio; como no tenía mascarilla, le pedí por
favor si se podía poner una para atender a Caetano; no me respondió y siguió
ordenando sus cosas, sin voltear a mirarnos; le reiteré el pedido; me miró
desafiante y me dijo que no se iba a poner ninguna mascarilla, y que me dejara
de tonteras y tomara asiento…me quedé paralizada sin saber que hacer…mi hijo
era una persona neurológicamente vulnerable, acababa de convulsionar por un
virus y merecía ser atendido con todas las medidas de bioseguridad del caso…el doctor
ya había sido informado de que le íbamos a pedir el uso de una mascarilla para
la atención de nuestro hijo…y sencillamente decidió que no nos iba a respetar
en lo más mínimo…era urgente e importante que Cai fuera visto por un
neurólogo…el neurólogo tenía la sartén por el mango…casi cedo por la
necesidad...mientras yo hablaba, el doctor no tuvo mejor idea que burlarse de
mí…me dijo con voz burlona: “Ah? Qué dices? No te entiendo…quítate la
mascarilla para poder escucharte”…
Demasiado…no era justo…desperté y en una fracción de
segundo llegué a la conclusión de que si no podía ponerse una mascarilla para
proteger la salud de mi hijo, que además era pariente suyo, entonces no era el
médico que debía atender a Caetano…volteé a mirar a mi esposo y a mi hijo, que
seguían lo que pasaba parados junto a la puerta del consultorio, y
decididamente les dije: “Nos vamos…Caetano, agradece a tu tío, y despídete”…me
despedí escuetamente del doctor, y salimos del consultorio rápidamente, dejando
allí parado y perplejo al neurólogo…
Salimos de la clínica, y ya en la calle empecé a
sentir que el cuerpo me temblaba por la indignación, la impotencia, la cólera…pensaba:
“y ahora? Qué hacemos?”…pero no había tiempo para pensar ni dudar…Cai necesitaba un neurólogo…
Todavía había la posibilidad de conseguir que lo viera
el neurólogo que nos recomendaron en la emergencia la noche que Cai
convulsionó…no había cancelado la cita programada…así que tomamos el primer
taxi que pudimos, y salimos corriendo rumbo a la clínica que quedaba en San
Isidro…bastante lejos de San Borja, donde estábamos…
Llegamos un poco tarde, pero el doctor accedió a
atendernos…al explicarle el caso de Cai, accedió también a usar una mascarilla y
nos trató con amabilidad, respeto y humanidad…le dije que yo pensaba que la
convulsión de Cai se había debido al covid…él nos dijo que podía deberse a
otras causas…tal vez porque muchos chicos con autismo convulsionaban al llegar
a la adolescencia, y que podría ser que las convulsiones se diesen sólo una
vez…pero yo insistí y le dije que Cai nunca antes había convulsionado por
ningún virus o fiebre, y que las convulsiones por Covid se daban también en
personas que no tenían autismo…no era suficiente decir que las convulsiones se
debían posiblemente al autismo…la pregunta seguía allí…por qué convulsionó? Qué
había pasado en su cerebro y en su cuerpo que ocasionó que mi hijo
convulsionara? No teníamos una prueba de que el virus en cuestión hubiese sido
covid…así que no insistí más en el asunto…el doctor conciliadoramente convino
en que el virus que hasta no tenía nombre podría haber gatillado las
convulsiones de Caetano, y nos mandó a hacer una serie de análisis, y un
electroencefalograma para poder llegar a un diagnóstico certero…
Ya fuera de la clínica, decidimos regresar caminando a
casa…estábamos agotados, pero Cai estaba con ganas de caminar, y animado por el
inesperado paseo…mirando su rostro tranquilo…ajeno a preocupaciones y
miedos…recordé la promesa que le hice cuando a sus dos años y medio nos dieran
su diagnóstico de autismo…pensé y renové así mi promesa: “Siempre te voy a
proteger”…
Seguimos caminando, sin imaginarnos que no sería la
última vez que nos veríamos en la misma situación con Caetano…vendría mucho
más… Los sucesos que ocurrieron durante este contagio de la familia y lo que
pasó en los meses posteriores me darían finalmente la certeza de que
efectivamente el covid fue el virus que desencadenó las convulsiones de Cai, y
su posterior diagnóstico de epilepsia…como muchas veces me ha sucedido respecto
a Cai, mi instinto no me falló tampoco esta vez…no estaba equivocada…nunca lo estuve…yo
tenía razón…