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Era de mañana…Caetano y yo teníamos que llegar al
centro donde estudia…yo estaba apurada porque andaba algo retrasada y quería
llegar a tiempo…así que salimos a la calle a toda prisa a tomar un taxi…siempre
le pido al conductor que vaya por la playa…es nuestra ruta habitual…Paré a un
primer taxista…nos dijo que la Costa Verde estaba cerrada por los Juegos
Panamericanos…dudando decidí parar a otro…le expliqué al taxista mi ruta y le
pregunté qué sabía de lo de la Costa Verde…me dijo que creía que el cierre no
afectaba al tramo por el que teníamos que ir…así que nos dirigimos hacia el
circuito de playas…
Para estar seguros…me puse a buscar en Google
información sobre el cierre de la vía…me distraje por eso y no me dí cuenta de
que el taxista había tomado una ruta distinta a la que tomo habitualmente para
llegar a la playa…
Me empecé a preocupar…los minutos seguían
corriendo…andaba más tarde que nunca…y más lejos que nunca de mi destino…
Luego de interminables minutos y de parar en
muchísimos semáforos llegamos a la primera ruta de acceso a la Costa Verde…sólo
para encontrarnos con unos amables policías que nos dijeron que la Bajada Balta
estaba cerrada…así que tuvimos que seguir buscando otra vía de acceso a la
playa…pero fue en vano…todas las rutas de acceso estaban cerradas…imposible
llegar hasta allí…así que tuvimos que tomar otra ruta para llegar hasta el
centro, que estaba en San Miguel…
A esas alturas yo ya estaba super atrasada…íbamos a
llegar tardísimo con Cai, tendríamos que pedir una boleta de tardanza…eso me
tenía tensa…además estaba esperando la reacción del taxista…esperaba que se
impacientara y se molestara por tantos inconvenientes y por hacerlo perder así
su tiempo…esperaba que comenzara a fastidiar o renegar…o tal vez a decirme que
iba a subir su tarifa…pero no pasó nada…el taxista seguía tranquilo…con una
sonrisa en su cara…me dijo que no me preocupara…que él me llevaba a mi destino
por la tarifa pactada…y así, en medio del tráfico y del caos del momento, me dí
cuenta de que no tenía caso ponerme nerviosa por la demora…no se podía hacer
nada…sólo tomar las cosas con filosofía y buen humor…entonces saqué las
preocupaciones de mi cabeza y empecé a escuchar al taxista…tenía buen ánimo y
al parecer era buen conversador…
Me preguntó sobre Caetano…al saber que Cai tenía
autismo, su reacción fue de mucha ternura…me contó que su esposa era
psicóloga…y por eso él se sentía muy cerca a los niños como Cai…
Me contó de su infancia…de cómo vivió con un padre sin
saber por años que no era su padre biológico…de cómo ya de grande se enteró de
la verdad…me dijo que nunca se animó a buscar a su verdadero padre en Japón…aún
sabiendo dónde vivía…y que seguramente él ya habría muerto…
Me contó que de adolescente había sido parte de una
banda de delincuentes muy conocida y temida en Lima…y de cómo su hermano un
día, desesperado, lo abrazó y le explicó que la razón de tantos años de dureza
hacia él era porque lo amaba, y no quería que terminara mal…y que eso bastó
para que se alejara de la banda de delincuentes y buscara trabajo…No fue
fácil…mucha gente le dio la espalda…pero finalmente encontró a alguien que lo
apoyó y creyó en él…y por muchos años estuvo trabajando para esta
persona…trabajando en la cocina de un restaurante, aprendiendo…creciendo…
Yo a esas alturas estaba totalmente fascinada por su
historia…ya ni me preocupaba por ver la hora en el celular…en un punto de
nuestra conversación, el taxista me mira fijamente por el espejo retrovisor y
me dice: “todo pasa por algo”…
Casi a punto de llegar le digo: “Tu vida es
increíble…creo que tendrías que escribir un libro sobre ella…”
Se me quedó mirando…diría que tal vez pensando en mis
palabras…y luego sonrió enigmáticamente…habíamos llegado al centro…Cai y yo
estábamos una hora tarde…pero no importaba…no había sido tiempo perdido…sino
ganado…fue una hermosa conversación con mi amigo del volante…yo había salido
llena de estrés de la casa…con miles de preocupaciones…pero escucharlo a él me
hizo olvidarme de todo, sonreir, dejar de centrarme en mis problemas…y no sé
por qué pero creo que él necesitaba abrirse con alguien…contar su historia…y
tal vez así liberarse de su pesada carga…de tantos recuerdos callados y
enterrados en su memoria…que nuestros caminos confluyeran esa mañana no fue
casual…
Antes de bajar del taxi, le deseé lo mejor para su
vida…y él me deseó lo mejor para la mía…a pesar de la demora, llegué al centro
con una sonrisa en los labios, con el alma contenta y agradecida…reflexionando
cómo lo que parecía a simple vista la ruta equivocada se convirtió de repente
en la ruta correcta para ambos…en cómo el destino muchas veces pone en nuestro
camino a las personas que necesitamos y que nos necesitan…entré con Cai por la
puerta del centro…en mi mente resonando todavía las palabras de mi amigo
taxista:
TODO PASA POR ALGO…
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