Era 1986…yo tenía alrededor de 17 años…mi mamá y yo habíamos tomado un tour para conocer Buenos Aires, Río de Janeiro y Asunción…
En Río me sucedió una algo muy curioso y extraño…era
de noche y estábamos en la habitación del hotel…me acosté y como estaba cansada
me quedé dormida muy pronto y profundamente; en algún momento durante mi sueño
empecé a sentirme inquieta…sentía que mi cuerpo temblaba…era yo…luchando por
salir de aquél…
De pronto el temblor cesó…me sentí
liviana…liberada…me miré en la cama durmiendo en la habitación…estaba fuera de
mi cuerpo…por un momento me asusté…pero luego empecé a sentir que unas voces
angelicales cantaban, y me tranquilicé…miré hacia arriba y vi encima mío una
especie de cúpula…parecida al techo de la Capilla Sixtina…llena de imágenes…toda
mi vida pasaba ante mis ojos…en escenas que se sucedían unas a otras muy
rápidamente…como si fueran flashbacks de mi memoria…Me quedé mirando aquellas
escenas de mi nacimiento, mi infancia, mi adolescencia…ensimismada y
extasiada…sin saber qué estaba pasando exactamente…
Luego me di cuenta que estaba entrando a un
túnel…alrededor mío todo era oscuro…yo tenía algo de miedo…pero las voces
angelicales me tranquilizaban…comencé a caminar…y al mirar al final del túnel
ví una luz muy brillante…empecé a sentir la necesidad de avanzar al encuentro
de aquella…cuando llegué allí me vi inundada de pronto por una sensación de
bienestar…de la luz emanaba amor…un amor inconmensurable, indescriptible…yo
quería quedarme allí por siempre…fundirme en ese amor tan maravilloso…estaba
extasiada…quería soltar ese delgado hilo que aún me unía a mi cuerpo, mi
memoria, mis recuerdos…quería abandonar mi vida humana…sentía una paz y alegría
inmensas…como un viajero agotado que regresa finalmente a su casa…y lo único
que quería era quedarme en esa eternidad…
Entonces escuché una voz que me dijo: “Tienes mucho
por vivir…mucho por hacer todavía… aún no ha llegado tu momento…”
Apenas terminé de escuchar estas palabras cuando
sentí que regresaba rápida y violentamente a mi cuerpo dormido…me desperté
sobresaltada y aturdida…miré a mi alrededor…al frente mío ví un perchero con
mis cosas colgadas…estaba en la habitación del hotel…todo había sido un sueño…
Pero…en realidad fue sólo un sueño?...o de verdad me
encontré con lo que los humanos llamamos “Dios”?
No tengo la respuesta…nunca la tendré…pero quiero
creer que así fue...sea como sea…las palabras que esa voz me dijo en aquél
sueño fueron proféticas…yo era muy joven…y aún tenía tanto por qué vivir…tanto
por hacer aquí…
Muchos años después nacieron mis tres hijos…Nicole,
Almudena y finalmente Caetano…y con él llegué a entender por qué es que estoy
aquí…entendí que todo lo que me había sucedido hasta el momento en que me
dieron el diagnóstico de Cai había sido tan sólo una preparación para mi vida
con él…
Mi existencia cobra sentido al fin…Ahora comprendo
plenamente el mensaje de esa presencia de luz y de amor…algún día volveré a su
encuentro…pero todavía no…todavía no es el momento…aún hay mucho camino por
recorrer de la mano de Caetano…hay muchísimo por hacer…y muchísimo por vivir…juntos
los dos…
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