sábado, 5 de septiembre de 2015

UN ABRAZO FUGAZ



En medio de los trajines de la mañana, Almu me dijo:  “mami, quiero tener siempre ocho años”…

La miré con los ojos arrebatados de ternura y le dije “no puedes amor…vas a seguir creciendo, Almu…todos seguimos creciendo…así es la vida…pero tú siempre vas a ser mi chiquita de ocho años…para las mamás nuestros hijos siempre son nuestros pequeños”…

Le dije: “ven, Almu”…y ella se sentó sobre mis rodillas…me dí cuenta que había crecido tanto en tan poco tiempo…apenas se hubo sentado, se hizo un ovillito y se acurrucó contra mí…como si fuera mi bebita de nuevo…nos abrazamos con un abrazo tierno, largo, sintiéndola  tan cerca, tan niña todavía, tan necesitada del abrazo de mamá…sentí su respiración, acaricié sus cabellos, cerré mis ojos abandonándome a la delicada y profunda belleza del momento…y luego le dije: “te quiero mucho Almu”…y ella me dijo”yo también te quiero mucho, mamá”…


La apreté contra mí…hubiera querido que ese instante fuera eterno…pero fue como todo en esta vida…fugaz, efímero…la vida volvió a girar vertiginosamente alrededor…terminamos el desayuno, y Almu se fue al colegio…dejándome con el recuerdo de sus bracitos rodeándome y su mirada inocente y tierna…dejándome con el alma llena de una mezcla indescriptible de tristeza, ternura y alegría…y en los ojos lágrimas de emoción…

(Escrito el 2 de julio, 2015)

© 2015 Verónica Esparza Paz.  Todos los derechos reservados.




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